TERRITORIO, TIEMPO Y ESPACIO
La finca La Iberia es una pequeña casa vieja, casi destruida, que se ha convertido en el punto de unión de toda la familia. Este territorio ha presenciado bodas, cumpleaños, reuniones dichosas (y no tan dichosas), a lo largo de los años. Los adultos, bebiendo y comiendo, cantando con los cuartetos que mi abuelo solía llevar. Los niños, corriendo y jugando por los lugares “permitidos”, tumbando frutos de los árboles marcados y turnándonos el único columpio en el terreno. Porque si, este lugar estaba lleno de normas no escritas, normas que se fueron construyendo con las experiencias. Por ejemplo, el jardín de la abuela era casi que un lugar sagrado, al que solo podían acceder los adultos. Para nosotros, los niños, estaba una pequeña mesa en la esquina del gran comedor, característico de una familia grande. Ese, junto a los dos cuartos en donde dormíamos, era nuestro espacio. A pesar de esto, las posibilidades eran infinitas.
Claramente, con el pasar de los años muchas cosas cambiaron, y seguirán cambiando. Algunos de los habitantes de este territorio se han ido, otros, se han unido. Le hemos dado la bienvenida a nuevos rostros, así como hemos despedido a otros. La casa se mantiene, y nuestros espacios también. Ese es nuestro territorio.
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