MÁS ALLÁ DE LA SOCIEDAD DISCIPLINARIA
Más allá de la sociedad disciplinaria
"La positividad del poder es mucha más eficiente que la negatividad del deber"
El ser humano, como unidad funcional del sistema, es un ente cambiante con la capacidad de modificar a la sociedad y de ser moldeado a partir de esta.
El texto “La sociedad del cansancio”, capítulo “Más allá de la sociedad disciplinaria”, nos habla de cómo la sociedad pasó de la disciplina al rendimiento, de la prohibición a la autorregulación y de los efectos que trajo al individuo. Considero que el eje de este cambio es cómo el ser humano responde a lo limites, ya sean impuestos, como en la sociedad disciplinaria, o autogestionados, como en la sociedad de rendimiento. Este último modelo de la sociedad juega con el cerebro del hombre, ya que, al no ponerle un límite, no solo aumenta su productividad, sino que también la autoexplotación.
Pero, ¿a que se debe esto? En este caso, la respuesta se encuentra en la presión por alcanzar el máximo rendimiento imaginable, en una sociedad que se rige por el “nada es imposible, todo es alcanzable, todo se puede”. Con esto nos encontramos a un hombre víctima de sus propia exigencia, intentando llenar un espacio que no ha sido delimitado. Es ese sentimiento de “no ser capaz de poder” lo que conduce a una auto desaprobación, a la depresión y a los problemas de la mente. En este caso, el sistema se ve beneficiado por este modelo de sociedad, ya que la explotación y exigencia laboral no está siendo impuesta por el capitalista, sino directamente por el trabajador. Es él, el encargado de exprimirse, sintiendo una falsa libertad: se encontró la manera de exprimir al trabajador sin que se sienta exprimido.
El ciclo vicioso por alcanzar el tope inexistente del “poder todo”, se traduce en mucho trabajo y producción, pero también en un hundimiento y agotamiento emocional.
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